Normopeso (IMC 18,5-24,9):

En este caso no estaría justificada una reducción de peso, puesto que no existe un riesgo para la salud debido a un exceso de grasa corporal. Podemos educar al paciente sobre qué es una alimentación equilibrada para que consiga mantener un peso estable, sobre la realización de ejercicio físico regular y sobre la aceptación del propio cuerpo. No debemos dejarnos presionar por las modas imperantes, aunque tampoco podemos ignorarlas: es preferible educar, que ignorar la petición del paciente, ya que si no lo hacemos, es posible que intente adelgazar mediante otros métodos que, lo más probable es que prescriban dietas desequilibradas.

Sobrepeso grado I (IMC 25-26,9):

Debemos educar al paciente sobre qué es una alimentación equilibrada y sobre los beneficios de la práctica de ejercicio físico regular. A este paciente debemos realizarle controles clínicos periódicos para detectar precozmente alteraciones que puedan surgir.

Sobrepeso grado II (IMC 27-29,9):

En esta franja de IMC es en la que se encuentra aproximadamente el 20% de la población española y donde empieza a observarse un ligero incremento de la comorbilidad y mortalidad. Si no existe obesidad central ni factores de riesgo asociados (HTA, diabetes, dislipemias, etc.) y el peso se mantiene estable, podemos limitarnos a educar al paciente sobre la alimentación equilibrada y sobre los beneficios de la práctica de ejercicio físico regular. Pero si alguna de las condiciones indicadas anteriormente está alterada, el paciente debe ser tratado para reducir su peso corporal un 5-10% en un plazo de 6 meses y mantener el peso estable. Para conseguir este objetivo utilizaremos medidas dietéticas, intentaremos que el paciente aumente la actividad física y modificaremos las conductas que mantienen el sobrepeso.

Obesidad tipo I (IMC 30-34,9):

En este tipo de pacientes es frecuente la aparición de los factores de riesgo asociados ya mencionados, por lo que deben ser tratados adecuadamente. Además, el objetivo es la reducción del 10% del peso corporal en un plazo de 6 meses (y mantenerlo estable), utilizando medidas dietéticas, incrementando la actividad física del paciente, modificando conductas que mantienen el sobrepeso y, si se estima conveniente, también se pueden utilizar fármacos.

Obesidad tipo II (IMC 35-39,9):

El riesgo para la salud es elevado y la calidad de vida puede estar disminuida. La estrategia a seguir es similar a la anterior, aunque debe intentarse una pérdida de peso superior al 10%. Si no se consigue en un plazo de 6 meses y el paciente presenta una comorbilidad importante, debe ser remitido a una unidad de hospitalización especializada para que le sean aplicadas otras medidas terapéuticas, como las dietas de muy bajo contenido calórico o la cirugía bariátrica.

»Obesidad

Este peso suele producir graves problemas para la salud y para la calidad de vida del paciente. Una pérdida estable del 10% de peso (difícil de obtener), puede representar una mejoría notable, pero no suficiente. El objetivo ideal sería la pérdida de un 20-30% del peso corporal (este porcentaje sería mayor en casos de obesidad extrema), cosa que sólo podría conseguirse, salvo en raras ocasiones, mediante la cirugía bariátrica. Estos pacientes deben remitirse a unidades hospitalarias especializadas para realizar un tratamiento adecuado.